Fabián Proaño Navarrete, asesor y consultor, del desempeño financiero de empresas, comparte sobre la Rentabilidad del Negocio.

Con frecuencia se observa publicaciones, artículos, informes e instructivos acerca del cálculo de la rentabilidad de una empresa, en los que se utiliza la fórmula de utilidad neta / activo y, para calcular la rentabilidad de los accionistas, dividen la utilidad neta por el patrimonio. Esta expresión implica que da lo mismo la rentabilidad de la empresa que la de los accionistas, que el resultado como negocio es igual al resultado para los inversionistas, o sea la utilidad neta.

Lo anterior aparece bastante confuso desde el punto de vista del significado de una compañía y sus dueños, siendo que se trata de dos entidades separadas: la primera existe realmente gracias a la visión, el empeño y el riesgo de los segundos. Desde este enfoque, es lógico que se remunere a los empresarios con la utilidad neta que arroje la compañía.

Sin embargo, la existencia de una compañía se debe también a otros actores, tales como: la gente que compra sus productos, los proveedores de bienes y servicios, las entidades que facilitan el financiamiento, los trabajadores y, en general, de la sociedad que facilita su establecimiento. La intuición nos dice que cada una de esas partes involucradas en un negocio deben ser retribuidas.

Así, los clientes reciben como retribución el usufructo de los productos que ellos han preferido a otras alternativas; los proveedores, que suministran materias primas, materiales, servicios y hacen posible la marcha del negocio, reciben como retribución el precio que cobran por lo que proveen; los trabajadores reciben su remuneración y una participación del 15% en las ganancias de la empresa; los financistas son retribuidos con los intereses; la sociedad, con el impuesto a la renta que cobra el fisco y finalmente los inversionistas con la utilidad neta, sea que ésta se distribuya como dividendos o que se la reinvierta en el negocio.

Dentro de esta estructura de prestación-premio, interesa a los analistas, acreedores, dueños y al público en general conocer cuánto retribuye la compañía, si la compañía es rentable, es decir si logra los niveles de ganancias que justifiquen su existencia. Que la compañía sea rentable significa indagar cuánto está generando el negocio como negocio, independientemente de si le sobra dinero para invertirlo temporalmente o si le falta para financiar la operación. Complementariamente, se hace necesario conocer si, para generar tales resultados se está empleando un nivel de activos adecuado o más bien sobredimensionado. Esto implica observar si hay exceso en el crédito a clientes, en el aprovisionamiento de inventarios o si hay capacidad ociosa en planta. La eficiencia en el uso de activos determina el nivel de endeudamiento por el cual la empresa paga intereses.

Como se puede colegir, el resultado del negocio en sí mismo es independiente de cómo se esté financiando los activos. Si para el cálculo de la rentabilidad no se utiliza la ganancia operacional sino la ganancia neta, su interpretación puede conducir a decisiones erróneas; por ejemplo: una empresa puede estar generando ganancias netas cuantiosas, pero básicamente como resultado de las inversiones de sobrantes que ha realizado al ser altamente líquida, pero el negocio en sí mismo no es tan bueno; esta situación daría lugar a un relajamiento de los directivos en cuanto a la marcha del negocio y, por efecto de ello, a un deterioro inercial. Por el contrario, una utilidad neta puede ser tan baja como consecuencia de un alto endeudamiento que provoca el pago de ingentes sumas en intereses, que “devoran” la ganancia operacional misma que es excelente. Esta situación podría originar un deseo equívoco de vender la empresa como que fuera un negocio que no rinde, cuando la decisión correcta seria incrementar el capital y pagar deudas.

ver video sobre la rentabilidad basada en actividades

En concreto, la eficiencia en el resultado de una compañía lo da la ganancia operacional (GO) o ganancia antes de intereses e impuestos (GAII), porque se genera sin depender de ingresos financieros originados en la liquidez o gastos financieros causados por la deuda.

Para el cálculo de la rentabilidad de la empresa, se debe dividir la GAII por el activo (A): ROA (Return on Assets) = GO/A.

El uso de este indicador y la observación de sus tendencias son significativos y expresan, con seguridad, lo que rinde la empresa como operación en sí misma. Al trabajar con el resultado de la operación con independencia de cómo se financian los activos, se puede comparar el rendimiento de la misma con el de otras empresas.

Si al segundo miembro de la ecuación lo dividimos y multiplicamos por las ventas (V), el resultado no cambia: GO/A x V/V = (GOxV) / (AxV), que también se puede escribir: ROA= GO/V x V/A. El primer componente es el margen operacional (m) y es un indicador de eficiencia de las ventas: mientras menor sea GO en relación con un nivel de ventas dado, menor es el margen y denota menos eficiencia; el segundo componente mide la rotación del activo (r), o la eficiencia en su uso: mientras mayor sea el activo, menor es la rotación: ROA= m x r.

La desagregación de la ROA en dos elementos expresa que la rentabilidad del activo, o rentabilidad de la empresa, es el resultado de la combinación de dos indicadores de eficiencia, lo que ayuda a una mejor interpretación del indicador, por cuanto analiza las fuentes de la rentabilidad, de manera que permite detectar a qué factor (margen o rotación) se debe más el que la rentabilidad aumente o disminuya, facilitando la consecuente toma de acción gerencial.

Si ROA es positivo, la empresa es rentable, pero para saber si esa rentabilidad es económica, es necesario compararla con un parámetro adecuado. Pero esto es materia de otro artículo.

 

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Autor: Fabián Proaño Navarrete, asesor y consultor, del desempeño financiero de empresas, comparte sobre la Rentabilidad del Negocio

Fabian Navarrete

  • MBA con Alta Distinción por el INCAE Business School
  • Economista por la UCE
  • Diplomado por el TEC de Monterrey
  • Diplomado por el CEMLA, México
  • Más de 27 años como CFO de empresas nacionales y multinacionales
  • Ex catedrático de algunas universidades en pregrado y post grado
  • Actual asesor y consultor para valoración de empresas, valoración de negocios y de marcas; estudios de factibilidad económica; análisis del desempeño financiero de empresas, planificación estratégica.

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